
-No, no vayas… sigamos así. –le dijo ella al oído.
-Pero si lo hago por ti… –respondió él.
-Estás malogrando todo, ahora parece planeado… -ella alcanzó a decir.
En ese momento, se oyó el estruendo de una mano fuerte golpeando su mejilla. Ella cayó rendida. Luego él acomodó su cuerpo, casi inerte, a su disposición. Empezó a golpear sus glúteos. Ella balbuceaba. Poco a poco sus palabras volvieron a tomar forma. Empezaron a entrelazarse con sus gritos. Ella pedía más.
Era feliz. Estaba rememorando aquella única experiencia que le había faltado vivir. Él la vendió, la golpeó incesantes veces, a ella y también a su madre. Pero nunca había hecho eso, lo que ella quería. Ahora, por fin podía sentir esa sensación. Estaba pasando, aunque no era real.
-La diva debe compartir su felicidad, esto será titular en todos los diarios. –pensó ella antes de contener su último grito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario