sábado, 8 de agosto de 2009



El Festival de Lima se inició ayer con la proyección de “De ollas y sueños”, documental de Ernesto Cabellos sobre nuestra gastronomía. Con errores y aciertos, ya son 13 las ediciones de este Festival que aspira a consolidarse como una cita importante en la región. Hacer cine en el Perú, en todo el sentido de la palabra, es algo tan difícil que todas las críticas deben pasar a un segundo plano, y solo debemos sumar esfuerzos. El cine en nuestro país viene creciendo de a pocos, tal vez muy de a pocos, es cierto, y el Festival aspira a ser un promotor de este crecimiento.

Hasta el 15 de agosto tendremos la oportunidad de disfrutar lo último del cine latinoamericano, una selección de cine español y canadiense (de Québec, específicamente), retrospectivas del gran Pier Paolo Pasolini, Alain Resnais y Andrés di Tella, algunos “secretos y tesoros de Latinoamérica”, algunas “presentaciones especiales”, entre otras interesantes selecciones. Esperemos que durante estos días el cine invada la ciudad de Lima y así las ficciones puedan apaciguar nuestra agitada realidad, a la que ya estamos demasiado acostumbrados.

Para los que no hayan sido invitados a esta fiesta, o simplemente para los que se resistan a pagar la módica y “bastante acorde con nuestra realidad” suma de S/.18 en Cineplanet, o S/.15 en el CCPUCP, varios de los filmes pueden ser adquiridos en Polvos Azules. Todos, participantes, invitados, no invitados, olvidados, etc. debemos agradecer a la Universidad Católica y a los auspiciadores por el esfuerzo y felicitarlos por el éxito de este festival. ¡Larga vida a El Cine!


El Silencio de Lorna

Dentro del ciclo “Presentaciones Especiales”, encontramos la última película de los hermanos Jean-Pierre y Luc Dardenne. Esta pareja de hermanos nacidos en Lieja, Bélgica, había venido impresionando al mundo con sus últimas obras, siendo la recordada El Niño la cúspide de sus trayectorias. El Silencio de Lorna ya había dividido a la crítica desde su estreno en Cannes 2008. De todos modos, aunque no pudo obtener la Palma de Oro, sí consiguió el trofeo a Mejor Guión. Todo este debate bien puede ser una antesala perfecta para introducirnos en el filme sin sesgos ni parcialidades.
La historia cautiva con facilidad al cinéfilo de nuestros tiempos. Lorna, una joven albana, se ha casado con Claudy, un drogadicto belga, para obtener su residencia en ese país. Fabio es quien controla las acciones de Lorna, aunque poco a poco ambos van a empezar a discrepar. Fabio quiere asesinar a Claudy para que Lorna sea viuda lo más pronto posible y pueda casarse con un delincuente ruso que también busca la nacionalidad belga. Lorna no va a estar del todo a gusto con el devenir de los hechos.

El filme nos va a mostrar dos polos, aparentemente opuestos, que van a confluir de una manera inesperada. Por un lado tenemos a Lorna, una mujer al parecer conciente de la realidad en la que vive y por ende fría ante ella, siempre con la conciencia de poder dirigir su vida buscando lo que más le convenga. Por otro lado vemos a su esposo Claudy, un adicto a la heroína que lucha por desintoxicarse. Aparentemente él vive refugiado bajo esa gran mentira de la rehabilitación, ya que como se menciona varias veces durante el filme, los drogadictos siempre vuelven a caer (la cita no es textual). Claudy no puede controlar su destino, vive sumergido en su reproductor de cd´s y en sus naipes. Lo agobia la idea de volver a caer en su adicción. Él no puede decidir por sí mismo, no puede actuar ya que le teme al mundo del que es parte, al mundo de las drogas.

Claudy, pese a ser el representante de lo abyecto, se muestra con un gran lado humano frente a Lorna, quien es siempre fría e insensible. Claudy acepta que su matrimonio no es real, así como también es conciente de que él no es un ser independiente (se encuentra todavía bajo el dominio de la heroína), pero eso no le impide demostrar su afecto, no hacia Lorna, sino hacia ese otro ser humano con el cual convive.

Si hasta este momento Claudy va a ser quien vive preso y subordinado a su adicción, finalmente va a ser Lorna quien ocupe ese lugar. Lorna va a empezar a descubrir que ella tampoco va a poder decidir por sí misma, ella va a estar dominada por Fabio y por su novio Sokol. Fabio va a ejercer un dominio sobre Lorna tanto desde la violencia como desde el dinero. Sokol se va a encargar de dominar a Lorna desde el lado emocional. Así es como ella también va a ser despojada de su humanidad, cayendo en un vacío incluso peor que el que atraviesa Claudy. Tanto Lorna como Claudy van a ser simples piezas, sin capacidad de agencia, de acción, de un sistema mucho mayor que los va a controlar casi en su totalidad. Esta semejanza entre ambos va a crear esos lazos afectivos, aunque ya tras la muerte de Claudy, que Lorna va a intentar defender.

Claudy quiere festejar con Lorna y prepara una cena para los dos. Lorna, al enterarse de que ya le otorgaron el divorcio, acaba con la emoción de Claudy y se va apresuradamente donde Fabio para contarle la noticia. Horas después ella regresa al departamento y encuentra a Claudy negociando con un dealer para comprar heroína. Lorna echa al dealer e impide que Claudy compre las drogas, pero debe enfrentar la violencia de Claudy, quien sufre por la abstinencia y también por la realidad que lo decepciona y que lo lleva a intentar volver a su refugio en la heroína. Lorna se desnuda y abraza a Claudy, lo besa y hacen el amor. Finalmente impide que su esposo caiga una vez más en su adicción.

Esa escena va a ser el punto de quiebre del filme. Por unos momentos vamos a ver a ambos tan cariñosos como si fueran una pareja normal. Luego llega el asesinato de Claudy por parte de Fabio. Esto va a desestabilizar el mundo de Lorna. Ahora ella va a aferrarse a un sueño: ella lleva un hijo de Claudy en el vientre y lo va a defender a toda costa. Este hijo va a ser una ilusión suya, pero esta ilusión va a ser la que nos va a conducir hacia el final de la película.

Dos polos opuestos que se descubren como semejantes y que inician una relación afectiva (sin futuro posible, ya que uno de los miembros está muerto), que va a seguir regida por una ilusión o falsedad, pero que esta vez va a ser ella misma, Lorna, quien la controle. Finalmente vamos a descubrir que los polos opuestos van a ser la humanidad que vive dentro de Lorna y la realidad que Lorna tuvo que abandonar para seguir viviendo.

Dentro de esta realidad que Lorna opta por abandonar, ni siquiera el amor va a ser una salvación. El amor entre Lorna y Sokol va estar representado por el local que ellos buscan alquilar para abrir su bar. (Si entendemos estos lugares como el espacio simbólico del amor, debemos reflexionar también en torno al hecho de que debemos pagar por ellos). El primer lugar que ellos encuentran es muy pequeño. El segundo lo alquilan, sin embargo Lorna no va a estar del todo cómoda ahí dentro. Mientras le describe a Sokol, por teléfono, lo grandioso y acogedor que es el lugar, ella empieza a sentir los mareos de su inexistente embarazo. El tercer lugar que Lorna visita va a ser el elegido. Si bien su intención no es alquilarlo como en anteriores oportunidades (ahora debe entrar violentando la puerta) ella logra encontrar esa comodidad que nunca antes había experimentado. Ahí se deja atrás al bar, a Sokol y su amor, a Fabio y los miles de dólares del ruso, a su aburrido trabajo y a todo lo demás, por un sueño, una ilusión o falsedad que le va a dar el afecto que ella nunca experimentó.

El filme es bueno, aunque a partir de la escena que destaqué párrafos atrás empieza a decaer en intensidad. Vale la pena ver esta película, aunque no hay que esperar una obra extraordinaria.





Trailer:




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