domingo, 15 de marzo de 2009

La teta asustada


Aunque algunos privilegiados de este lado del globo ya habían podido verla, recién el jueves pasado el resto de mortales pudimos ver “La teta asustada”, el filme de Claudia Llosa del que nadie ha dejado de hablar desde la última edición de la Berlinale.

La historia es sencilla, pero con una profunda carga poética. La madre de Fausta (Magaly Solier) fue violada durante el embarazo. Y ahora Fausta ha heredado, a través de la leche materna, ese miedo que es lo que se conoce como la enfermedad de “la teta asustada”. Ambas viven sumergidas en el terror y solo se refugian en su canto, que es el reflejo de ese vinculo madre-hija que es tan fuerte en este caso. Cuando la madre muere, Fausta debe vencer sus miedos por sí sola para poder llevar el cuerpo de su madre a su tierra natal.

La idea detrás del filme es el miedo, pero lo que sorprende es que es uno de los pocos casos en que una película peruana no se hunde en lo negativo y propone finalmente una esperanza.

El miedo de Fausta esta ocultó en lo más profundo de su cuerpo, en su vagina. Ella se introdujo una papa (tubérculo andino por excelencia) dentro de la vagina para poder salvar su cuerpo ante alguna probable violación. Recordemos que ella parece haber sido testigo, desde dentro del cuerpo de su madre, de ese acto traumático que fue la violación de la madre.

Cada cierto tiempo, ella debe "podar" la papa que lleva dentro de sí. Esta imagen es muy significativa. La papa, que en este caso simboliza el terror, crece y pretende salir del cuerpo, pero ella no la deja. Fausta, con unas tijeras, se encarga de ocultar el miedo, de mantenerlo dentro, con el fin de que todo parezca bien. Lo que intenta Fausta es no exteriorizar su miedo ya que ella sabe que eso no trae nada bueno. Ese mundo de miedo que ella oculta fue lo que experimentó de niña, en ese Perú de los años 80 donde dominaba el resentimiento social, la lucha armada y los abusos militares. En aquella época nadie quería salir de su casa.

Esto nos introduce en el tema central del filme: las apariencias. Este es el mecanismo por el cual el filme se encarga de realizar su gran denuncia.

Así como Fausta oculta su pánico a caminar sola por la calle (que es parte de esa enfermedad del miedo que lleva dentro), su miedo hacia los hombres (recordemos la escena de la escalera, cuando ella no quiere pasar junto a un hombre que sube), y la papa que lleva en la vagina (ella le dice a su tío, mientras regresan del médico, que no le diga nada a su tía); el Perú también es un país que pretende ocultar un pasado sangriento y un presente oscuro.

El pasado es la guerra interna entre el Estado y Sendero Luminoso (y en menor medida también el MRTA). Los últimos iniciaron una lucha por el pueblo, pero cuando tomaron las armas se olvidaron del pueblo y empezaron a atacarlo. El Estado, para no perder la guerra, se defendió disparando a quien se le cruce en frente. Sin discriminar entre terroristas o ciudadanos, niños u hombres, entre intelectuales o seguidores del Pensamiento Gonzalo, todos eran un blanco a quien disparar. Lo peor fue que el mayor porcentaje de victimas fueron indígenas, quienes en los libros de historia son los fundadores de esta idea que ahora llamamos Perú, pero en la práctica son los que han tenido que soportar dos mil años de sufrimiento, explotación, e incluso discriminación sobre sus hombros.

El presente oculto es el que vemos a lo largo del filme. Estos mismos pobladores, quienes huyendo de la violencia y de la pobreza vinieron a parar a la injusta ciudad de Lima, no han recibido nada que los ayude a revertir esa complicada situación. No tienen las condiciones optimas para poder salir adelante.

Estos pobladores huyeron de sus tierras por culpa de la violencia y de la pobreza. Pero al llegar a Lima recibieron lo mismo de lo que venían huyendo. La pobreza es un tema que está ahí pero no se menciona, eso es lo que pretende decir el filme. La violencia tampoco se ha dejado atrás. No solo es un complejo de Fausta. Lo primero que aprende Fausta cuando empieza a trabajar como empleada del hogar es a no abrirle la puerta a nadie (excepto al jardinero).

La diferencia de Lima es que ya no permite dar marcha atrás. Cuando uno se vuelve parte de ella es muy difícil volver (escapar) a su pueblo natal. Fausta lucha por llevar el cuerpo de su madre. Pero no puede. Los cajones para enterrarla son demasiado caros, las empresas de transporte se burlan de ella. Pese a todo la esperanza está presente, y todo el esfuerzo finalmente le da una recompensa.



Cultura kitsch

La cultura kitsch es perfectamente representada en esta película. Los colores, las celebraciones, la música, el baile, las tradiciones, etc. Para entender esto no podemos dejar de lado al enunciador. ¿De dónde viene Claudia Llosa? Es obvio que viene de sectores sociales mucho más elevados. Esto no es un defecto, tampoco una crítica. Solo quiero poner esto en claro para poder comprender las estrategias que ella emplea.

En el cine en el cual yo vi el filme, Cineplanet del ovalo Gutiérrez, tal vez el cine más “pituco” de Lima, se escucharon muchas risas a lo largo de la historia. Esto es a lo que voy. La cultura popular es representada y exagerada en el filme. Pero esto no es malo. Nunca es atacada o denigrada, solo es reflejada tal cual es, desde los ojos de una mujer que pertenece a un sector social más alto, pero que no quiere mantenerse al margen, no quiere darle la espalda a la realidad del país.


La crítica que ella hace funciona de esta manera: el filme muestra, un sector del público se ríe, pero ¿por qué se ríe? ¿Por qué el reflejo de nuestra cultura popular nos causa gracia? ¿Nos estamos riendo de otros peruanos por que pensamos que nosotros somos superiores? ¿Nos da risa ver como ellos “copian” nuestra cultura y la distorsionan al no poder acceder a los privilegios que sí podemos nosotros? Cuando hablo de cultura, me refiero al término de una manera antropológica. Cuando hablo de copia, me refiero a varios pasajes puntuales del filme. La hija del tío (¿prima?) en su boda quiere que la cola de su vestido sea lo más larga posible para que vuele por los aires. Esto se debe a que tal vez vio la boda de Lady Di con el Príncipe Carlos. La foto de bodas se hace con un fondo de madera en el que está pintada una catarata. Esto nos dice que ellos quisieran ir de luna de miel a un lugar así pero no pueden. Este tipo de escenas, de las cuales hay muchas y muy buenas a lo largo del filme, son las que soportan mi teoría.

Ahora, ¿como tomaran esto los espectadores de los conos de la ciudad? ¿También se reirán? Eso no importa porque acá la denuncia es clara. Lo que pretende el filme es que aquellos que se ríen reflexionen sobre por qué se ríen.

Esto también nos hace regresar sobre el tema de las apariencias. ¿Se pretende aparentar una boda magnifica y una luna de miel? ¿Por qué?

La ayuda de occidente puro

Hay en este filme un personaje que representa al mundo occidental en su más alto esplendor. La dueña de la casa en la cual Fausta ha empezado a trabajar es una concertista de piano que ha entrado en un período de crisis creativa. Ella es una señora, al parecer proveniente de una familia aristocrática, que es quien pueda ayudar a Fausta a conseguir el dinero que necesita para trasladar el cuerpo de su madre.

La ayuda no es perfecta. Ella pide un adelanto pero no se lo dan. En el mundo moderno hay que trabajar para esperar una paga. Las cosas no vienen gratis. La bondad se da solo con intenciones monetarias de por medio, o con el interés de obtener algún beneficio.

Es significativo que esta señora haya entrado en crisis (recordemos que arroja su piano por la ventana). Además, esta señora no es tan “dura” como parece. Se descompone al encontrar la muñeca con la que ella jugaba de pequeña.

Dejando de lado todo esto, ella simboliza una solución para Fausta. Pero las cosas muy pronto salen a la luz. Fausta descubre que la señora se interesaba en sus cantos solo para copiarlos y recuperar su éxito como concertista de piano. La señora se aprovecha de ella y luego la deja sola, la abandona en las calles que tanto terror le producen a Fausta.


La expulsión de los miedos

Esta historia, donde se mezclan tristezas, risas, ambiciones y miedos, termina con alegrías. En la escena final Fausta aparece con una papa. En la casa donde Fausta trabaja se sembraba todo tipo de flores, pero no papas. Finalmente aparece la papa, no solo para demostrarnos que entre todo ese mundo aristocrático y alienado irrumpe lo andino, sino también para decirnos, de una manera muy sutil pero profunda, que Fausta ha expulsado la papa de su cuerpo. Ese es el primer paso para vencer los miedos, para obtener la ansiada reconciliación de algo que nunca estuvo en paz. Todavía hay un largo camino por recorrer, pero el primer paso está dado. La flor de la papa ha empezado a florecer.

No quisiera terminar esto sin destacar la composición de los planos, la dirección de arte y la actuación de Magaly Solier, tres puntos muy elevados de este filme. He querido hacer una lectura particular del filme, dejando de lado puntos tan importantes como los silencios y las canciones que envuelven la historia en un universo poético. No todo es perfecto, lo sé. Como en todo hay aciertos y errores. Pero, ¿quién soy yo para juzgarla? Felicitaciones Claudia Llosa.

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