domingo, 8 de febrero de 2009

Celebrities al mando



Seamos honestos, todos admiramos a las celebridades. Y esto no se debe necesariamente a su talento, ni a su no siempre indispensable belleza. Esto se debe a la manera como ellas se ven.

En el mundo actual, donde la imagen se ha vuelto tan importante, todos queremos lucir bien a cada instante. Es así como las celebridades se han convertido en un ejemplo que al menos cuando estamos frente al espejo todos queremos seguir. Pero qué podríamos pensar si descubriésemos que estos arquetipos del glamour y la elegancia son solo creaciones a base de retoques por computadora.

No es muy difícil darse cuenta que, desde sus inicios, la televisión, el Internet, las revistas, la publicidad, entre otras cosas, nos han dados las pautas sobre cómo debemos lucir. Aquel que se jacta de un aspecto innovador va a ser siempre un mentiroso. Desde el más descuidado y anti-fashion hasta un lacayo del clan Beckham, todos adecuamos nuestros cuerpos a estilos propios de alguna celebridad.

Esto es un ejemplo para darnos cuenta de que el yo (me voy a referir a esta palabra sin ningún rigor académico) no está construido por nosotros mismos sino por un agente externo. En ese caso, podríamos hablar de una exclusiva elite, correspondiente a menos del 1% de la población del mundo, que es quién le dice al 99% restante cómo debe verse. Tú crees ser original, pero solamente obedeces órdenes.

El problema se da cuando nos ponemos a pensar bien las cosas y descubrimos que absolutamente todas las fotos de las celebridades han sido retocadas por computadora. Las cosas son aún más graves. El termino “retocadas” suena a eufemismo cuando descubrimos que estos retoques pueden significar borrar todas las

arrugas de una señora de 70 años, darle un cuerpo perfecto a una joven obesa o llenarle la cabeza de pelo a un señor calvo.

¿Qué pasa cuando descubrimos que los caminos que forzosamente intentamos seguir no conducen a nada? Nunca vamos a poder alcanzar la meta que ostentamos porque cuando estamos muy próximos a ella descubrimos que ese espacio, aquel lugar donde esperamos a ese ser superior del cual siempre fuimos casi súbditos, está vacío.

En ese caso, ¿quién es el capitán de este barco? Nosotros hemos perdido el control de nuestras vidas y se lo hemos entregado a un ser inexistente. Nuestra vida es conducida por alguien que descubrimos que no existe. ¿Quién está detrás de todo esto?


La belleza

La belleza es una idea tan abstracta y subjetiva que la manera más fácil de aterrizarla es empleándola como una herramienta para que el 99% del mundo se sienta fea. Como no podemos decir qué es bello y qué no, o al menos crear una teoría que lo justifique, es completamente comprensible que alguien diga “yo soy bella y todas ustedes no”. Pues quien lo dijo primero o quien tiene mayor poder para “justificar” lo que dice es quien gana.

Imaginemos un tiempo en el que solo existían dos mujeres en toda la Tierra. Una de las dos (digamos la del cabello y tez más claras) dijo “yo soy más bonita que tú”. La forma en la que se ha desarrollado el mundo nos lleva a deducir que la otra mujer no dijo algo como “es mentira” o “no me importa lo que creas”. Este mundo nos hace pensar que la otra mujer estalló en lágrimas y solo pudo hacer dos cosas: o volverse bulímica o gastar todos sus bienes para intentar recibir a cambio el don de la belleza. Las que dijeron “no me importa lo que creas” vinieron muchos pero muchos años después.

Es muy fácil vincular todo esto de la belleza con el capitalismo. Una “fea” estaría dispuesta a gastar todo lo que tiene por verse como una “bonita”. Más aún por estos días. Por eso todas las marcas utilizan a celebridades (completamente retocadas por computadora) para decirles a las feas “si quieres ser bonita como yo, compra siempre este producto”. Una promesa que al no tener una garantía puede volverse peligrosa.

Quisiera aclarar que en este post no le estoy pidiendo algún sentido de responsabilidad a las celebridades por ser parte del selecto club que dirige el mundo. Lo que intento hacer es dar un visto a cómo funcionan las cosas y porque.

Todo este texto surge a raíz de un documental que vi hace unos días, “Alesha: look but don´t touch”. En él, la protagonista, la conocida (al menos en Inglaterra) Alesha Dixon, intenta conseguir una portada en alguna revista pero sin ser retocada por computadora. Como es obvio, llama a la mayoría de revistas más importantes y no obtiene respuesta. Este muy interesante documental de la BBC nos cuenta verdades que todos sabemos pero que mantenemos ocultas por el bien de la belleza. ¿O será que los seres humanos definitivamente hemos perdido el control de nosotros mismos?

Un dato interesante es que a diferencia de todas las revistas que retocan sus fotos, las revistas pornográficas son las que lo hacen en menor medida. Sería interesante hablar de ese tema... en un futuro post.

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